ESCRITO SIN PAPEL
No es ningún capricho que hayan resultado ser nueve las partes o libros en los que trato de rescatar mi historia, plantear eso en términos de cantidad, es una falsedad tan absoluta como el intento de pertenecer a ellos. Son nueve porque fueron apareciendo de la misma manera que aparece un dibujo, con trazos densos en algunos sitios, otros ligeros, coloreados o en sombras; todos ellos están articulados, y para dejar constancia de que son uno mismo, los he agrupado bajo el título de este fragmento puntuado por un comienzo y un punto final, una vez dicho esto, me permitiré repetir, pasar por los mismos lugares cuando apenas les haya diferenciado una tonalidad, un pequeño trozo de algo capaz de detonar todo el olvido.
No me interesa nada del presente por el mismo motivo que no podría interesarme nada del pasado, las diferencias de tiempo son construcciones de la realidad, la poesía se escribe y se pone de actualidad años después de haberse escrito, el único aspecto imprescindible de esta realidad, es poder escribirla. El futuro no existe como tal, puede ser la prolongación de cualquier otro tiempo, si las palabras de algún poeta partieron de su memoria o de su olvido, quienes las lean, no necesitan ningún certificado de verdad, la única temporalidad del poema, es su capacidad de emocionar.
Asisto atónita a los festines literarios que acucian a mis contemporáneos; vivo en primera persona sus efectos, los considero todos tan alejados de lo que cabe esperar de la poesía, de la escritura en general, que algunas o muchas veces me acaba pareciendo que la marginación, sin prejuicios que la supongan de ninguna manera, la llego a considerar un privilegio. No estoy hablando ni de modestia ni de ninguna clase de reducción, sino de algo que llamaría oxígeno, y así lo llamo. Al acudir esta palabra para expresar lo que quiero decir, me acuerdo de uno de los poetas que más me impactó: Raul Gustavo Aguirre. En este momento no tengo en mi pensamiento ningún verso o ninguna frase así que me tendré que apoyar en las mías o tal vez sea la forma no visible de lo que antes decía. El vínculo que enlaza aquellos poemas que no entendí pero supuse que entendería cuando me hiciese falta, son esa misma necesidad de respirar que recuerdo estaba presente en todos ellos. Razón suficiente para justificar nueve libros; tantos como ráfagas o telares o superposiciones o estratos haya que levantar hasta llegar a un sueño. Un sueño cuyo significado es soñar, al igual que sucede con el tiempo, no como parte de una realidad que lo trata de reducir a ella misma, sino soñar para desrealizar esa realidad construida con cascotes que llevan años pudriéndose, siglos; lo mismo que las palabras, que no significan nada colocadas de tal o cual manera si no consiguen alterar lo que leen.
26 de enero de 2011
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